Así empezó el rodaje, con los dos "amándonos" a la orilla de una laguna y rodeado de juncos por todas partes, y por supuesto, de todo el equipo. Al fin conocía al equipo al completo y no me podía ni imaginar la cantidad de gente que lo componía, otro miedo surgía: "me acordaré de todos los nombres".
Nos llevan al hotel donde nos íbamos a alojar por unos días, en Zahara de la Sierra (Cádiz), que por cierto, es un rincón maravilloso para perderse y desconectar un fin de semana. Allí ya estaba instalado todo el set de maquillaje, peluquería y vestuario, y después de un desayuno junto con David y un ataque de histeria, pasamos por chapa y pintura y luego a vestuario. Todo nuestro primer vestuario eran unos calzoncillos de agujeritos y un albornoz para subirnos en la furgoneta que nos llevaba al set de rodaje.
Una vez allí, con las manos temblorosas, un ensayo y... silencio, motor, cámara, acción y comenzaba nuestra coreografía sexual, porque un polvo en el cine no es más que una coreografía y el primer corten. "¿Qué ha pasado?, ¿qué he hecho mal?..." me llama Pilar y me dice: - "Jose, que se te ha salido... del calzoncillo", las primeras risas y relax, todo empieza a fluir. Gracias David por tanto feeling, por tanta complicidad, porque todo fuera tan fácil.
Tras el almuerzo, de nuevo a chapa y pintura y, ¡¡sorpresa!!, tenía todo el cuerpo lleno de ronchas, de picazones rojos, había olvidado mi alergia a las plantas verdes... lo que hace un ataque de nervios. Una pastilla, dos horas de maquillaje del cuerpo entero y, de nuevo, a "bailar".
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