
Unas de las frases más difíciles, o que más veces se repitieron de la película, fue el momentazo de Nacho Vázquez (La Girasol) con el -"corre maricóóóóóóóón!!!!"-, era imposible decir eso serio, sin reirse. O la tarde en que David Lora (Javi) me entrega la famosa nota -"¿La laguna, qué laguna...?"-
Como decía Eva Nilsen, en este rodaje pasamos calor, mucho calor, cosa que será motivo de otro post pero también lo pasamos tan bien, nos reimos tanto!!!.
Una vez allí, con las manos temblorosas, un ensayo y... silencio, motor, cámara, acción y comenzaba nuestra coreografía sexual, porque un polvo en el cine no es más que una coreografía y el primer corten. "¿Qué ha pasado?, ¿qué he hecho mal?..." me llama Pilar y me dice: - "Jose, que se te ha salido... del calzoncillo", las primeras risas y relax, todo empieza a fluir. Gracias David por tanto feeling, por tanta complicidad, porque todo fuera tan fácil.
Tras el almuerzo, de nuevo a chapa y pintura y, ¡¡sorpresa!!, tenía todo el cuerpo lleno de ronchas, de picazones rojos, había olvidado mi alergia a las plantas verdes... lo que hace un ataque de nervios. Una pastilla, dos horas de maquillaje del cuerpo entero y, de nuevo, a "bailar".
Sin olvidar los uniformes, de soldados raso, de cabos, sargentos... el mundo de la marina, con todos sus galones. Qué complicado que es ponerse el traje de gala de la marina, con lo sencillito que parece cuando vemos a los niños vestidos de comunión.
Como siempre cuando comienzo a preparar un personaje, lo primero que hice es buscarme canciones, la música que escucharía "Alfredito" en su vida. En este caso me tocaba interpretar el personaje desde los 16 hasta los 36 años (todo un desafío que cada vez que lo pensaba me temblaban las piernas), 20 años de música. Mis compañeras de piso decían que me estaba volviendo loco, que qué eran esas cosas que sonaban a todas horas... mientras me duchaba, mientras cocinaba, mientras limpiaba; a todas horas con los oídos del personaje pegados a los míos y así, poco a poco, iba saliendo la actitud de ese adolescente que comenzaba a vislumbrar la vida, con todo lo bueno y lo malo que ésta trae consigo.
Y por supuesto, de mi libreto no había quién me separara, a todas horas con él, a todos sitios con él, todo pintorrequeado, lleno de notas, de recuerdos, de imágenes, y, por si acaso, me hice una copia, no lo fuera a perder, hasta dormía con el guión entre las sábanas y hoy reposa en uno de los rincones más preciados de la casa de mis padres porque por siempre será: mi primer largometraje.